Conocimos en Reggio Emilia un proyecto titulado “Paisajes sonoros” que nos pareció muy interesante y con muchas posibilidades.
La dotación de material de las aulas reggianas es muy distinta de las nuestras; ya comentamos en alguna ocasión que allí es difícil encontrar material comercial, de ese material del que nunca vemos llenas nuestras aulas. No hay piezas plásticas de vivos colores a prueba de mordiscos, no hay muñecas educativas, ni juegos didácticos de última generación; no, allí hay piedras, ramas de árboles, conchas, botellas, tornillos, arandelas, botones, piezas metálicas …, todo de la vida real, no especialmente diseñado para niños con todos los criterios internacionales de seguridad. Esos objetos de distintas texturas, materiales, tamaño, pesos, usos, etc, permiten, al manipularlos, descubrir un mundo de sensaciones y ponen a prueba la creatividad, ingenio e inteligencia de los niños y de las niñas.
Todos ellos producen sonidos, de distinta intensidad, tono y altura. Con ellos experimentan y disfrutan las criaturas a lo largo del día. En otra ocasión ya nos extenderemos con más detalle. Hoy, tan sólo queremos mostrar una versión de las composiciones sonoras realizado en nuestras aulas; las cuales, además del placer de la exploración libre, nos permite trabajar conceptos numéricos, tamaño, secuencias espaciales, orden y tiempo. A la vista de la fotografía, poco más que añadir, salvo que cada cual la organizó según sus gustos. Tantas “partituras” como momentos y estados de realización.