El blanco pinta

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Los encuentros con autores siempre son una ocasión excepcional para que los pequeños puedan ponerle cara a quien escribe los libros que en un determinado momento nos fascinan. Saber que detrás de casa cuento hay siempre una historia hace que le cojan más cariño.

Desde que tuvimos en las manos “O branco non pinta !”, habíamos quedado con Antía Otero en un encuentro en nuestra aula; así a la vuelta de vacaciones de Navidad anduvimos dándole vueltas a cómo recibir a la autora de ese libro que tanto nos había puesto la cabeza en funcionamiento. Nosotros que este curso estamos pintando cuadros sin pintura y escribiendo sin lápices, queríamos mostrarle que el blanco, además de complementar, contrastar o mezclar con otros colores, también puede ser el color protagonista de una obra de arte con fuerza expresiva propia. No es un descubrimiento nuestro, ya que aparte de Malévich, son muchos los artistas que pintaron cuadros empleando sólo el color blanco y pese a ello lograron transmitir una idea que subyuga a quien los admira. Esta reseña que lleva por título “Antología del lienzo vacío” supimos de los que pintaron en blanco: Alphonse Allais, Robert Rauschenberg, Li Yuan-Chia, Agnès Martin o Robert Ryman entre otros de los ligados al expresionismo abstracto.

Pero a nosotros no nos interesaba tanto explorar las posibilidades artísticas del blanco como conocer a la madre de la niña que se siente defraudada porque “el blanco no pinta”; a quien le demuestra a Mara que el blanco es el color más hermoso. El vídeo con que se presenta el libro   plasma fidedignamente el desconcierto de los pequeños cuando descubren que el blanco sobre papel blanco casi no se percibe. Nuestro alumnado se identificó totalmente con Mara y quisieron conocer a su madre para con ella poner los prismáticos para detectar la presencia del blanco en el mundo.

Es sabido que cuidamos mucho la recepción de las personas que tienen la gentileza de venir a compartir un rato de su tiempo y de su saber con nosotros, así tratamos de que sea un ritual aunque personalizado y diferente para cada uno de nuestros invitados, por ello nos pusimos con los preparativos de la acogida de Antía Otero pensando como podíamos mostrarle nuestro agradecimiento. Una exposición de obras en blanco, el catálogo de la misma para Mara y un bizcocho blanco, comida de ángeles, para celebrar el encuentro fue la elección.

En los días previos quisieron saber si  Antía era alta, rubia, morena, joven o mayor… y cuando la vieron en fotografías dijeron que les parecía una bailarina o un hada con la sonrisa dulce y permanente. Así, cuando por fin la vieron en persona ya la trataron como una amiga a la que llevaron por todo el colegio mostrando aquello de lo que más orgullosos se sienten; la invitaron a merendar y más tarde escucharon la historia esta vez contada con su voz lo que la hace aún más hermosa. La explicación del proceso de creación de las obras con pintura chorreada directamente del bote al lienzo, los títulos elegidos para ellos, el montaje del catálogo y la rápida decisión de poner las pegatinas que Antía nos regaló sobre los cuadros, hizo que volara el tiempo hasta el momento de la despedida.

Como siempre, no cabe más que agradecer que haya personas que quieran departir con los pequeños de igual a igual, escuchando sus ideas y aprendiendo los unos de los otros.

Mil gracias a Antía Otero, a María Brenn, a Mara, a Apiario, y a Dores Tembrás por propiciarnos una rica experiencia de vida, de esas que nos gustan, de esas que recordaremos por mucho tiempo.

Ver todo el proceso.

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