La piel de los árboles

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Llevar al alumnado a «pensar con la piel» es una de las constantes de InnovArte, así aprovechamos cualquier ocasión para desarrollar el sentido del tacto, verbalizar las sensaciones que se perciben a través de él y conectar esas percepciones con otras conocidas o guardarlas en la memoria para poder rescatarlas cuando vuelvan a sentir algo semejante. El sentido del tacto aporta una información ingente que sin embargo en la escuela lo reducimos a duro/blando, caliente/frío o seco/mojado, pero hay mucho más, pensar con la piel puede ser fuente de ricos aprendizajes.

Este otoño tan amable que permite tantos paseos y que invita a caminar por el monte noss está proporcionando «tesoros» diarios (hojas, ramas, semillas, piñas, frutas) que nos traen nuestros niños y niñas, especialmente tras el fin de semana o festivos. Así fuimos juntando cantidad de trozos de corteza de los árboles, por lo que pensamos en hacer algo especial con ellas, dedicándole un tiempo a saber más de la piel de los árboles.

Tocar, sentir y ponerle nombre a lo que perciben.

Comparar en función de la suavidad o aspereza.

Pesar comparando grosor y tamaño.

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Sentir el calor o el frío que emana de la piel de los árboles.

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Conocer otros seres vivos que habitan en la corteza de los árboles.

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Ver as marcas (surcos, grietas o cicatrices)  que deja el crecimiento y la vida en los árboles.

Ver la estructura de la corteza en función de la especie arbórea.

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Con tal motivo hicimos una salida a un bosque cercano a la escuela y allí pudimos observar con lupas, medir con los brazos, tocar, palpar y abrazar los árboles, disfrutar corriendo entre ellos, así como hacer calcos de su piel.

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Ver presentación.

Siempre decimos que para pensar con la piel la primera condición es sacarles el lápiz y el folio de la mano y dejarles tocar de todo sin miedo.

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