Abus

Tras el confinamiento, el abrazo más anhelado por los pequeños era el de sus abuelos. Las maestras vimos en sus caras la ilusión por que llegase ese fin de semana en el que al fin pudieron verlos. En la escuela también echábamos de menos a esos mayores que aguardan pacientes por sus nietos. Fueron meses tristes, los medios y la publicidad se hacían eco de la desazón de niños y mayores, así como de los esfuerzos que se hicieron para suplir esa carencia. En cuestión de semanas tuvieron que familiarizarse con los encuentros virtuales. Las videollamadas entraron a formar parte del repertorio habitual de personas que anteriormente rehuían de esas “cosas de jóvenes”. No les quedó más remedio que hacer las reuniones familiares frente a una pantalla. Fue un tiempo de revalorizar los vínculos familiares aún en la distancia.

Cada quien lo exconjuró como pudo. Nuestra amiga Mari Carmen Díez Navarro lo hizo llevando a cabo un proyecto que había acariciado desde mucho atrás pero que hasta entonces no había concebido como tal. Empujada por amigos y con la propuesta de la editorial Iglú, quiso reunir aquellos poemas que había escrito distintos momentos para sus nietos. Poemas para todos los nietos del mundo, porque aun dirigidos a Liam y Noah, recogen fidedignamente el sentimiento o los afectos de cualquier abuela o abuelo. Un libro, «Abus», que ella dedica a sus abuelos y a sus nietos pero también a “todos los abuelos y nietos del mundo con el deseo de que disfruten estándose cerca.”

Más de treinta poemas agrupados en tres bloques dedicados a abuelos y nietos así como a sus propios nietos. Inicia con una presentación en la que expone las razones de este libro “abuelado” y con un poema entrañable titulado “El oficio de los abuelos” en el que los retrata con sus anhelos y desvelos, con sus ilusiones y preocupaciones, con su memoria y su historia.

El oficio de los abuelos /es recordar / narrar cuentos sentidos, / recuperar memorias.

El oficio de los abuelos / es besar y besar / consentir algún rato, / regalar lo incontable.

Bajo denominaciones comunes y otras más curiosas o particulares, es un homenaje a todos los abus, yayos, nonas, agüelitos, los bis e incluso tíos abuelos y abuelos postizos, que de todo hay en esta botica de afectos cercanos.

Si tuviésemos que elegir una, con certeza nos decantaríamos por “La abuela grande”, porque vemos plasmada a Mari Carmen y porque nos vemos plasmadas todas aquellas que podríamos ser abuelas aún sin serlo.

“La abuela grande / sí tiene boca, / por eso usa / palabras locas.

La abuela grande / sí tiene risa, / por eso usa /versos sin prisa.

Aún así, el poema “Este niño lindo” es tan enternecedor que se merece ser musicado; lo leímos y escuchábamos el sonido de una nana. Quizás sería el próximo paso a dar para esta rica publicación, que no necesita de más acompañamiento que un hermoso formato, una paleta de colores que huyen de lo ñoño y unas ilustraciones infantiles tan sinceras como acertada su elección.

Un libro dedicado a los abuelos que se sale de la linea oportunista y melíflua  de muchos otros. Ser abuelos no significa estar chochos, ni ser unas entelequias, ni unos chiflados, sino unas personas que ya liberadas de otras presiones pueden vivir plenamente el hecho de querer y el deseo de transmitir lo mejor a sus nietos.

 Nuestras felicitaciones a la autora y a la editorial por tan honesta apuesta.

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