Aprender a escuchar

En los primeros días con el nuevo grupo de 3 años, en un momento en el que estaban jugando con las ceras, un niño me pidió que pintara un «cua», yo lo pregunté si quería un pato (las anticipaciones, estereotipos y prejuicios de las docentes), él insistió en que quería un «cua». Diligentemente le dibujé un pato, mientras refunfuñaba contra la manía de los padres de llamar a los animales con onomatopeyas. Él me miró entre extrañado y perplejo y me dijo: «Esto es un pato, yo quería un cua.» Cuando contrariada me decidí a preguntarle cómo era un «cua», me explicó que era parecido a las motos pero con cuatro ruedas y que con él se podía correr por el monte como hacía a su tío. Quedé desconcertada mientras consideraba lo que pensaría el niño sobre una maestra a la que le pedía un quad y le dibujaba un pato.

Aparte de las risas que provocó la anécdota entre las compañeras, de esto hay que sacar más provecho, cuando menos una lección para no olvidar: no sabemos escuchar los niños y niñas. Creemos saberlo todo y ya nos anticipamos en lugar de prestarles atención o de recabar más información haciendo las preguntas adecuadas.

Saber escuchar es una destreza que precisa entrenamiento, ejercitándola día a día, pero que también es muy beneficiosa, no solo para el que escucha,  porque eleva la autoestima de quien habla, reduciendo laspotencialidadesde conflictos y de malas interpretaciones,aprendiendo de los otros, y permitiéndole al que escucha identificar sentimientos e intereses del que habla, siendo así más efectiva la comunicación.

Pero de nada sirve que sepamos la teoría y las ventajas de la escucha activa si no las practicamos, por lo que dejamos aquí las «10 reglas de la buena escucha de Keith Davis» para no olvidar:

1ª Dejar de hablar, ya que no se puede escuchar si se está hablando.

2ª Hacer que el que habla se encuentre cómodo, ayudándole a sentir que es libre de hablar.

3ª Mostrar deseo de escuchar con una actitud interesada.

4ª Eliminar distracciones.

5ª Tratar de ser empático intentando ponerse en el lugar del otro para poder entender su punto de vista.

6ª Ser paciente, dedicándole el tiempo necesario sin interrupciones.

7ª Mantener la calma y el sentido del humor.

8ª Ser prudente evitando discusiones y críticas ya que esto pone el otro a la defensiva.

9ª Hacer preguntas estimulando al interlocutor y mostrando interés por que dice.

10ª Parar de hablar. Esta es la primera y la última. Todas las reglas dependen de esto, no se puede escuchar bien mientras se está hablando.

Estas diez reglas podrían concretarse en: interesarse, alentar, preguntar, retroalimentar, reconocer sentimientos y resumir. Justo lo que no siempre hacemos  en las aulas, en las que estamos esperando que los niños respondan lo que nosotras queremos escuchar, y donde interpretamos lo que nos dicen en clave de lo que nosotras sabemos.

Daniel Goleman, autor de reconocidos trabajos sobre la inteligencia emocional, identifica el arte de saber escuchar entre las principales habilidades de las personas con alto nivel de inteligencia emocional, por ello, en la escuela no deberíamos olvidarnos de enseñar a escuchar, no sólo a hablar.

Trataremos de tenerlo presente y sobre todo de ejercitarlo, ya que saber escuchar requiere voluntad y disposición hacia el cambio.

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