Creemos que el modo de ir introduciendo a los pequeños en las operaciones aritméticas es a través de la vida cotidiana, resolviendo los problemas que nos surgen en el día a día: dividir un bizcocho para que haya un trozo para cada uno, buscar el centro de un cuadro para que quede recto o hacer todo tipo de repartos. Así, intuitivamente van comprendiendo lo que es la adición, la resta o la división y su utilidad en la búsqueda de soluciones.
A veces lo complicamos en exceso elaborando materiales y recursos específicos, secuencias didácticas, o buscando «métodos y manuales» cuando la vida nos brinda múltiples ocasiones para introducir de forma natural y normalizada las matemáticas.