A esta hora, casi podríamos asegurar que a la puerta de la inmensa mayoría de los centros educativos hay un buzón de correo para recoger las cartas de Navidad. Es un clásico.
Nosotras, a pesar de que no podemos evitar las conversaciones que surgen espontáneamente, no promovemos aquellas que que tengan como pregunta generadora lo que le van a pedir a los Reyes, ni al Papá Noel, ni a su familia. A decir verdad, en la clase no «escribimos» ninguna carta peticionaria. Ni permitimos la entrada a los catálogos de juguetes. No creemos que la escuela sea lugar para tales menesteres.
Tentaciones hay muchas; hoy en día desde los ayuntamientos, desde organismos, desde empresas…, quieren fomentar la escrita en la escuela, y luego mandar sus «personajillos» a recogerlas. Aquí habría que analizar si el fin justifica los medios. En verdad se hace para promover la lengua gallega, la creación artística, la redacción, la tradición ou calquier otra cosa, pero también es cierto que al tiempo promueven el consumismo.
Lo sentimos mucho, no pero no puede ser. Ese tipo de cartas siempre se escribieron en casa, «negociando» con los progenitores. Ahora, si le hacemos caso a todo ese tipo de convocatorias «creativas», iríamos en contra de lo que consideramos labor fundamental de la escuela: el fomento de la verdadera creatividad, del consumo responsable y de la solidaridad.
Tenemos de sobra a quien escribirle cartas sin que esto suponga un incremento de deseos consumistas y de insatisfacción.
Habrá quien piense que somos muy raras, incluso que estamos privando a los niños/as de la ilusión de la Navidad. Puede ser. En cualquier caso, no les supondrá un trauma, porque a nada que salgan por la calle, en casa esquina aparecen Carteros Reales, Pajes, Renos, ¡hasta los ayudantes del Apalpador! Este último, recuperado como figura autóctona, en vistas de que no podía competir, parece que se aplicó aquello de “si no puedes con ellos, únete a ellos”, y ahora ya figura en la troupe de la mano de loos mercantilizados personajes foráneos, así comparte escenario y momento glorioso cantando, recibiendo cartas y concediendo deseos. Non vamos a continuar por ahí, porque habría mucho que decir, y en estas fechas no queremos herir susceptibilidades.
Ilusión sí, pero nuestro deber docente es el desarrollo de un espíritu crítico en el alumnado, y desde luego, en muchas ocasiones estamos muy lejos de ese loable objetivo que figura en todas las programaciones.
Personalmente, consideramos que hay mucha confusión entre trabajar la Navidad y celebrar la Navidad en los centros, pero a esto ya le dedicaremos otra entrada.