Lengua de cuna

Esta mañana tuvimos el enorme honor de escuchar a Emilia Ferreiro en su intervención en el 32º Congreso Internacional del IBBY. Supimos que se hará una publicación con las actas del congreso y un CD que contendrá las grabaciones de las distintas intervenciones. Esperaremos hasta ese momento. Recomendamos la visita a la exposición de ilustración de albúmenes infantiles, una maravilla, y a los distintos stands de las editoriales en los que pudimos conocer las últimas novedades que, suponemos, estuvieron preparando para la ocasión. La visita bien merece la pena, asistentes de 56 países, conferenciantes venidos de todas partes del mundo para hablar de la literatura infantil y las mejores publicaciones en distintas lenguas. Iremos contando poco a poco.

Emilia Ferreiro comenzó mostrando su satisfacción por encontrarse en Compostela ya que su abuelo era de estas tierras. Agradeció, también, que en un congreso sobre literatura le cedieran un espacio a las investigaciones sobre psicolingüística. Con la fuerza que la caracteriza, empezó hablando de que cuando ella eligió como campo de trabajo la alfabetización había interminables debates y una gran confusión sobre los métodos de enseñanza de la lectura y de la escritura y sobre cómo se desarrollaban sus procesos de aprendizaje. Actualmente estas tesis no se mantienen en los discursos, aunque desafortunadamente, sí en las prácticas.

Nos preguntó en qué idioma se alfabetiza hoy a los más pequeños, anticipó que responderíamos en la materna, algo que a su entender no se puede decir tan a la ligera por varias razones, entre ellas, las reivindicaciones del sexo masculino y, por otro lado, por la actual y compleja situación social plurilingüe. Más bien tendríamos que hablar de «lengua de cuna». Puso varios ejemplos de hijos e hijas de familias con miembros de distintas nacionalidades -algo bastante habitual en muchos contextos- atendidos por personas de otras culturas, y que interaccionan a diario con personas con otras lenguas. Hay casos de niños y niñas con 4 o 6 lenguas maternas. Esto es un alegato a favor del multilingüísmo ya que cada una de esas lenguas representa una cultura.

Las investigaciones sobre la «lengua de cuna» en psicolingüística aun son muy incipientes. ¿Qué pasa cuando en la escuela escolarizamos en la lengua materna y nos olvidamos de la lengua de cuna? ¿Qué pasa con la diversidad cultural y lingüística? ¿Qué pasa en los centros llenos de niños procedentes del extranjero? Según ella la escuela aprendió a negarla. Las diferencias individuales no modifican la ideología escolar; las diferencias que más afectan a la ideología escolar no son las individual, sinó las colectivas, de grupos sociales y culturales que pujan por hacerse un sitio. La integración de estas diferencias en la escuela se hace más de las veces con tintes folclorizantes; se averigua un poco sobre sus comidas, sobre sus fiestas, etc., pero nos olvidamos de indagar sobre cómo se apropian del mundo en sus culturas, cómo realizan el conteo, cuál es el calendario que emplean… ¿Se tiene en cuenta la oralidad de esos niños y niñas? No, la escuela es impermeable e imperturbable a la oralidad, se impone la lengua dominante, y bien sabemos lo que sucede cuando hay una distancia muy grande entre la oralidad cotidiana y la lengua en la que los chicos se apropian del código escrito.

Si la función de los sistemas educativos es la de producir conocimientos y desafiar al desconocimiento, qué hacer en la escuela para desechar la idea de que la diversidad es un obstáculo pedagógico y transformarla en una ventaja educativa. En este punto del discurso nos mostró unas grabaciones hechas a pequeños grupos de niños de escuelas infantiles de Reggio Emilia, niños de distintas nacionalidades que hacían sus anticipaciones sobre lo que diferencia a unas lenguas escritas de las otras, y vimos como las diferencias ayudan a discriminar la escritura propia de una lengua de la ajena -en las escuelas reggianas existe la figura de la mediadora lingüístico-cultural de la que ya hablamos en otra entrada del blog-, de cómo esta diversidad genera riqueza de conocimientos sobre todo en aquellos ausentes de perjuicios, al tiempo que suscita la curiosidad intelectual. Habló de como si las minorías son puestas en positivo todos ganamos.

Emilia Ferreiro terminó magistralmente su intervención diciendo que «la fuerza de las minorías consiste en hacer pensar a las mayorías». Toda una declaración en los tiempos que corren en los que parece haber más interés por buscar la confrontación que por aprovechar lo que nos hace crecer a todos.

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